Viajar, viajar y viajar

Viajar, viajar y viajar. Si compartes esta pasión, aquí hay una muestra de algunos de esos rincones que aparecen en las guías de viajes, pero también de otros que se muestran ocultos a nuestros ojos. Bienvenido...

martes, 22 de agosto de 2000

Hasta siempre Perú

El viaje estaba a punto de concluir. Coco y Claudia nos llevaron al aeropuerto de Cuzco, el mismo que veía yo desde mi habitación todas las mañanas cuando, sobre las 5 de la mañana, el sol entraba con fuerza. Nos despedimos de la familia que tan bien nos había acogido y a volar sobre las montañas nevadas de los Andes. Todo un espectáculo de colores y formas.
De nuevo en la pesadilla de Lima decidimos ir al hotel y quedarnos en la zona de Miraflores. Nos había salido tan bien el viaje, sin ningún tipo de altercado, que no queríamos arriesgarnos a volver a la jungla. Por tanto, cenamos en uno de los restaurantes de una ‘zona protegida’ antiperuanos de clase baja. De eso se encargaban unos vigilantes con cara de matones que se colocaban a las entradas del recinto. Pero bueno, nosotros habíamos elegido esa zona. Dormimos muy pocas horas y nos dirigimos en taxi al aeropuerto. Habíamos quedado ya con un taxista, por aquello de asegurar, y nos estaba esperando en recepción.
Eran las 5 de la madrugada, aún el sol no había hecho acto de presencia y las calles estaban desiertas. Eso hizo que el taxista se saltara todos los semáforos en rojo que nos íbamos encontrando. Ante mi cara de sorpresa, me comentó que en Lima por la noche es más seguro saltarse los semáforos que detenerse. Por supuesto, no le dije nada, él sabrá. En el aeropuerto, entregar en papelito que te dan a la entrada al país y pesadilla de viaje vía Miami, donde haríamos escala para regresar a Madrid. Y ahí se acabó todooooooo…………….

23 de agosto. Lima-Madrid.

Vuelo a Madrid y a aguantar el desfase de horas. Adiós al viaje que hasta ese momento se convirtió en el mejor.

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